Janice Perlman (2010)

Favela: Four Decades of Living on the Edge in Rio de Janeiro

Oxford: Oxford University Press, 448 p.



Reseñado por Ramiro Segura


IDAES/UNSAM-CONICET, Buenos Aires y desiguALdades.net, Freie Universität Berlin



Casi cuarenta años median entre la reciente publicación de Janice Perlman Favela: Four Decades of Living on the Edge in Rio de Janeiro (2010) y su clásico libro The Myth of Marginality: Urban Poverty and Politics in Rio de Janeiro (1973). La autora, Río de Janeiro, la pobreza urbana y el reconocimiento académico (el primer libro recibió el Wright Mills Award, el último el Guggenheim Award) constituyen algunas de las líneas de continuidad entre ambas obras. A la vez, el diálogo entre ambos trabajos permite objetivar las transformaciones sociales y urbanas de Brasil así como conocer los mecanismos de reproducción intergeneracional de la pobreza urbana. Este constituye el problema medular del libro, que lleva a la autora a discutir con conceptos contemporáneos como “marginalidad avanzada”, “underclass”, “planet of slums” y “ciudad global” que buscan comprender la profundización de la desigualdad a nivel mundial.


En este nuevo contexto Perlman arriba a una conclusión ciertamente paradójica: el desplazamiento desde “el mito de la marginalidad” hacia “la realidad de la marginalidad”. Mientras su primera publicación cuestionaba el concepto de “marginalidad” como categoría que pretendía explicar la pobreza urbana de las ciudades latinoamericanas en proceso de industrialización, resaltando que era una ideología que colocaba por fuera de la sociedad a personas que eran parte clave en la producción de la ciudad y que estaban integradas al sistema de un modo asimétrico, en la obra aquí reseñada la marginalidad es una condición en la que vive una parte significativa de los pobres urbanos de la Río de Janeiro contemporánea. En efecto, aunque los hijos y los nietos de los primeros habitantes de las favelas obtuvieron algunos beneficios por nacer y crecer en Río de Janeiro, como el acceso a servicios urbanos, la ampliación del consumo y el incremento en las credenciales educativas, se encuentran en una situación que la vieja generación nunca imaginó: tráfico de drogas, violencia, desempleo y estigmatización que, como profecía auto cumplida, producen la marginalidad que analíticamente era objeto de crítica.


El libro consta de doce capítulos que podrían agruparse en cuatro secciones. Los dos primeros capítulos presentan el problema de investigación, cuestionan la noción de informalidad y buscan definir la evasiva categoría de “favela”. Los siguientes tres capítulos describen cada una de las favelas donde se desarrolló la investigación: una histórica favela de la zona sur posteriormente relocalizada, una favela que devino complejo habitacional en la zona norte y un conjunto de lotes de tierra ubicados en el oeste de la ciudad. Una vez presentado el campo se suceden cinco capítulos que abordan diferentes dimensiones de la vida en las favelas: la persistente estigmatización cotidiana por parte del Estado, los medios y el resto de los habitantes de la ciudad; la violencia y el miedo crecientes con la instalación del narcotráfico a partir de los años 80; la progresiva desilusión con la democracia y la erosión de la vida comunitaria; la identificación de patrones de movilidad social menos rígidos que los supuestos teóricamente; y una discusión sobre los impactos de la globalización en las desigualdades en la ciudad. Cierran el libro dos capítulos bien distintos. Uno donde se reflexiona sobre la política pública urbana (como fundadora y presidente de Mega- Cities Project, Perlman busca articular investigación y política urbana). El último donde por medio de escenas etnográficas se aborda “la importancia de volverse gente” en la sociedad brasileña y los obstáculos que los residentes de las favelas tuvieron y tienen para alcanzar este estatus simbólico en la vida cotidiana.

Los méritos de una obra de semejante calibre son varios. El desarrollo de una investigación a lo largo de cuatro décadas que involucró al menos tres generaciones de habitantes de las favelas repone la temporalidad de los procesos sociales y urbanos, permitiendo ponderar los cambios. Estas posibilidades de la perspectiva longitudinal se evidencian, entre otros pasajes, en la evaluación de los procesos de relocalización urbana (inicialmente traumáticos, beneficiosos a mediano plazo), en el impacto que para la vida comunitaria tuvo el narcotráfico, desestructurando el denso entramado institucional local, y en la identificación de trayectorias de vida discrepantes que permiten formular hipótesis sobre las causas de la movilidad social. Por otro lado, el desarrollo de la investigación en tres favelas ubicadas en zonas distintas de la ciudad (el céntrico sur, el lejano norte y el desolado oeste) con distintas tipologías urbanas (favela, complejo habitacional y loteamiento) muestra la heterogeneidad residencial que los usos sociales de la categoría favela contienen y encubren; además, la comparación en las trayectorias sociales de los residentes en distintos tipos habitacionales permite ponderar el peso de la espacialidad en las posibilidades de movilidad social (acceso diferencial al mercado de trabajo, a la propiedad, a la educación, al consumo).


Con estas herramientas la autora muestra que el proceso social y urbano de las favelas de Río de Janeiro no es lineal ni unidimensional: las condiciones materiales en las favelas son mejores en la actualidad que hace cuatro décadas y los niveles educativos más altos, pero la vida es más insegura y violenta, el desempleo elevado y las ganancias educativas no se han traducido proporcionalmente en mejores trabajos. Además, persiste una fuerte estigmatización social que impacta tanto en las posibilidades laborales y el acceso a bienes sociales valorados como en el plano de la vida cotidiana por medio de la negación de la posibilidad de ser “gente”.
 

Ante este panorama, algunos datos e interpretaciones parciales deberían ser calibrados de manera más precisa con el argumento general. Nos referimos al abordaje de tres cuestiones relevantes – pobreza, desigualdad y movilidad social – en relación con las cuales se cuestiona el sentido común establecido, al mostrar que la pobreza y la desigualdad se redujeron y la movilidad social en las favelas es mayor de lo que se suele admitir. ¿Cómo pueden coexistir estos hallazgos con un panorama urbano caracterizado por el pasaje de la marginalidad de mito a realidad? No se trata de que los datos sean necesariamente incorrectos; antes bien, parece que el tratamiento de problemas puntuales en cada capítulo lleva a la autora a discutir con la bibliografía específica, diluyendo el contexto mayor de donde esos datos se extraen: la frontera entre ciudad y favela (“asfalto” y “morro”) que estructura la vida cotidiana de Río de Janeiro.


En definitiva, en algunos pasajes del libro existe cierta tensión entre hallazgos empíricos relevantes (reducción de la pobreza, alternativas de movilidad social, ausencia de relación entre globalización y desigualdad) y la persistencia de la favela que se desprende de la idea de la marginalidad como realidad, la ausencia de oportunidades para un tercio de la población y la dificultad para esas personas de volverse gente. Esto no opaca una obra insoslayable, sino que expresa precisamente la dificultad para ponderar procesos multidimensionales de transformación social y urbana.