EDITORIAL CROLAR 6 (2)
Pensando las memorias latinoamericanas: trayectorias en su
estudio y construcción
Andrea C. Cagua; Mónika Contreras Saiz y Leonardo Pascuti
Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt e Freie
Universität Berlin, Integrantes de MemoriAL
Entender cómo y qué luchas por la memoria se dieron y se siguen
dando en América Latina es de crucial relevancia para entender el
continente. Dicha importancia se debe a que el empleo de la
violencia en manos del Estado (en su versión colonial y nacional),
de la fuerza pública, del narcotráfico, las guerrillas, los
paramilitares, las empresas transnacionales y el crimen organizado
ha sido una constante en su historia; constante que viene acompañada
en la mayoría de casos de impunidad. No en vano, el continente se
destaca a nivel global por ser el más violento. Las cifras de los
genocidios tanto históricos como contemporáneos, así como de los
crímenes de lesa humanidad, no solo son las más alarmantes de todo
el planeta, sino que la falta de justicia es una situación
escandalosa y el olvido de cualquier responsabilidad y participación
tiene altas probabilidades de consumarse. De tal modo que
preguntarse por las luchas memoriales devela aspectos claves, no
solo de la configuración histórica y contemporánea del continente,
sino de las preocupaciones, victorias y derrotas de los actores que
han luchado contra la impunidad y el olvido.
En el presente volumen de CROLAR buscamos reflexionar sobre lo que
hemos llamado las memorias latinoamericanas, indagando por las
continuidades, novedades y particularidades de su reciente estudio y
construcción. Por memorias latinoamericanas nos referimos a todas
aquellas prácticas académicas, políticas, sociales y artísticas que,
empleando la experiencia vivida por comunidades y sujetos,
reconstruyen y representan el pasado de los diversos países y
regiones latinoamericanas.
El conjunto de reseñas que atendió nuestra convocatoria se distingue
por su multidisciplinariedad, así que los debates aquí presentes se
enmarcan en la intersección entre las inquietudes propias de las
disciplinas y los estudios de la memoria. La variedad en los temas,
métodos y teorías tratados nos muestran que estamos ante un campo
académico en permanente crecimiento cuyos límites son muy amplios y
difíciles de precisar, no sólo por la diversidad de prácticas y
temáticas que construyen lo que llamamos memoria, sino por las
relaciones que estas guardan con otros procesos sociopolíticos y
culturales que estudia la academia.
En cuanto a las continuidades, las reseñas recopiladas señalan que
varios temas que se podrían considerar como clásicos aún se discuten
y encuentran nuevos contextos en los que adquieren relevancia. Nos
referimos a la investigación histórica de las políticas de la
memoria y a la discusión sobre los límites entre la historia y la
memoria. Asimismo, las experiencias de violencia política de la
segunda mitad del pasado siglo XX continúan siendo el trasfondo por
excelencia de los estudios de las memorias latinoamericanas. Un buen
ejemplo de ello nos muestra Leonardo Pascuti en la reseña del libro
Las luchas por la memoria en América Latina. Historia reciente y
violencia política editado por Eugenia Allier Montaño y Emilio
Crenzel. Se trata de una compilación de historias de las políticas
públicas de la memoria instauradas en algunos países del continente
y sus correspondientes debates en la interpretación, silencios y
explicaciones de este pasado. Este texto y la mayor parte de los
aquí reseñados dan cuenta del predominio metodológico a nivel
nacional en los estudios de la memoria sobre Latinoamérica. De igual
manera, los países del Cono Sur prevalecen sobre otros casos. De ahí
que quede pendiente en la agenda investigativa una reflexión que
analice los entrelazamientos que se dan en el continente, tanto
entre sus actores como entre sus procesos históricos y memoriales.
Junto a las continuidades señaladas, las investigaciones recientes
reseñadas en este volumen muestran una tendencia a nuevos contenidos
que leemos aquí como novedades. A grandes rasgos, podríamos
mencionar las memorias de la llamada “segunda generación”, de las
cuales da cuenta el review article escrito por Hendrikje Grunow
sobre tres obras valiosas para comprender la postmemoria y las
transmisiones de la memoria de una generación a la siguiente en el
Cono Sur. Destacándose la irreverencia con la que esta generación
reinterpreta el pasado empleando, por ejemplo, el humor y la sátira.
También vemos inclusión de perspectivas interseccionales como un
enfoque novedoso en el campo. Así lo muestra el libro titulado
Erinnerung und Intersektionalität. Frauen als Opfer der
argentinischen Staatsrepression (1975-1983), (Las mujeres como
víctimas de la represión estatal Argentina (1975-1983)) de Veronica
Ada Abrego y reseñado por Felipe Fernández. Por otra parte, la
introducción del cuerpo como lugar de memoria implica un nuevo
tratamiento metodológico e interpretativo en el campo. El libro
Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia
(1977-1982) de Juan Pablo Aranguren, reseñado por Adriana Vera,
propone desde los body studies responder a la pregunta por las
formas en las que el dolor se inscribe en el cuerpo de las personas
que padecieron la violencia política.
La colección de reseñas que presentamos señala además un creciente
interés por examinar el arte como medio de construcción de memorias.
En efecto, las representaciones plásticas del pasado y las
posibilidades del arte en la sociedad ocupan un lugar destacado en
los estudios y la construcción de las memorias latinoamericanas. El
potencial político y transformador del arte en sociedades que lidian
con un pasado violento y represivo es el tema que analiza Víctor
Vich en Poéticas del duelo: Ensayos sobre arte, memoria y violencia
política en el Perú y que reseña Ricardo Velasco. En la misma
dirección, Andrés Montoya reseña un compendio editado por María del
Rosario Acosta titulado Memoria y Arte en Colombia: Resistencias al
olvido, donde se analiza el rol del arte en las luchas por la
memoria en Colombia. Además de tocar fibras sensibles para la
sociedad, como es hablar de la desaparición y la pérdida, el arte se
presenta como un elemento que permite superar y resignificar una
larga historia violenta. El conjunto de textos señala que, aunque
los procesos artísticos memoriales caminan paralelamente a las
políticas oficiales de la memoria, éstos siguen su propio paso.
En cuanto a las particularidades propias de América Latina, el
compendio que aquí presentamos nos permite varias conclusiones.
Empezamos por observar un interés en los procesos locales, como lo
muestra la reseña del libro Pasados vivos. Miradas jóvenes sobre la
historia de Chiapas escrito por Elisa Cárdenas y reseñado por Antje
Gunsenheimer, texto que nos muestra cómo la memoria también escribe
la historia. La editora del texto cuestiona el éxito de los
esfuerzos didácticos de la historia y propone la exploración del
pasado desde la propia experiencia física. A diferencia de las otras
contribuciones, esta publicación no se enmarca en el contexto global
de la Guerra Fría, sino que trata otras memorias relevantes para la
sociedad chiapaneca. Otra particularidad que distinguimos en varios
de los casos de estudio tratados en la actualidad, es que gran parte
de la discusión ya no gira en torno a lo que pasó sino en cómo
transmitirlo, es decir, estamos ante una reelaboración en las formas
y no en los contenidos. Así lo señalan por ejemplo los dos balances
críticos, llamados aquí review articles, que tratan formas de
transmisión de los pasados complejos en la escuela y la familia.
Mientras Hendrikje Grunow destaca en el balance el papel de las
relaciones afectivas filiales en estos procesos de transmisión, el
artículo de Ángela Urrea y Andrea Cagua revisa un conjunto de
propuestas sobre los desafíos en la transmisión de pasados complejos
en las aulas educativas, donde a diferencia de otros contextos, hay
una considerable independencia para elegir los medios de transmisión
de las memorias de pasados violentos.
En la misma línea, otro de los temas que caracterizan la producción
latinoamericana es la autoría, el testimonio y la experiencia
propia, que son variables constantes y fundamentales para los
estudios en la región. Esta autoría no es ajena a los marcos
políticos en los que se discute la memoria, por lo cual su
politización e inserción en circuitos turísticos son temas que
también se discutirán en dos entrevistas en este número, así como la
diversificación de los tipos de violencia que se rememoran y los
retos teóricos en Latinoamérica para asir estas experiencias.
Por eso, en la sección especial nos complace presentar dos
entrevistas con invitados que podemos caracterizar como voces
críticas frente a los consensos en los estudios de la memoria:
Claudia Hilb, socióloga y teórica política y Alejandro Castillejo,
antropólogo especializado en procesos transicionales. Mientras que
en la entrevista con Claudia Hilb conversamos sobre la autocrítica y
la apertura a reflexiones de otros contextos en los estudios de la
memoria que se realizan desde Latinoamérica; en la entrevista con
Alejandro Castillejo hablamos con él sobre los aportes en este campo
de la reconocida académica Elizabeth Jelin. Estas entrevistas
representan puntos de vista que vienen de campos externos pero no
por ello ajenos a las preguntas que se plantean sobre los usos del
pasado. Se trataron discusiones retadoras como la politización y
mercantilización de la memoria, la relación entre memoria y turismo,
las relaciones asimétricas de la justicia global, o la pertinencia
de la migración conceptual, entre otros temas.
Finalmente, en la sección de intervenciones nos alegra incluir una
selección de reseñas sobre tres medios importantes de transmisión de
la memoria. En primer lugar, contamos con una obra literaria: se
trata de la última novela de la escritora chilena Nona Fernández
titulada La dimensión desconocida, reseñada por Mariela Peller. Se
constató una vez más que escritores y escritoras siguen
reafirmándose como actores esenciales en la construcción de las
memorias latinoamericanas. La propuesta que hace la reseña es muy
interesante para este balance: rescata el rol de la imaginación en
la comprensión del pasado. En segundo lugar, presentamos dos reseñas
dedicadas al museo tanto en su versión clásica como en su versión
virtual. Inicialmente, Fabiola Arellano nos muestra en su
contribución que la musealización de episodios conflictivos del
pasado reciente latinoamericano ha sido una tendencia en el
continente en las últimas dos décadas. Ejemplo de ello es el museo
El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM)
inaugurado a finales de 2015 en Lima, Perú. Arellano trata aspectos
que nos permiten establecer al menos tres puntos importantes en la
reciente trayectoria, estudio y construcción de las memorias
latinoamericanas: por un lado, la tendencia de mostrar cada vez más
las “zonas grises” en detrimento de las dicotomías y como una
muestra de deconstrucción de las categorías de víctima y victimario;
por otro lado, el valor de la experiencia vivida y no solo
representada en testimonios personales traumáticos, sino también en
experiencias positivas. A esto se suma que se está evitando
construir una verdad oficial con el objetivo que ningún metarrelato
sustituya a otros. Por su parte, Franka Bindernagel reseña el museo
virtual memorialdademocracia.com.br. Se trata de una página web que
se presenta como museo virtual de la historia del siglo XX brasileño
y que se enfoca especialmente en la historia de la dictadura militar
y el paso a la democracia de este país. Esta página representa
también una tendencia importante de nuestro tiempo, la creación de
archivos digitales de la memoria.
En suma, los artículos de esta compilación ofrecen una muestra
significativa del estado actual de los estudios de la memoria en la
región y sobre la región. Algunas de las contribuciones trataron
ejemplos concretos de la construcción actual de memorias en formatos
tradicionales, como la literatura, el museo y las artes plásticas;
pero también encontramos una reinvención creativa en las formas de
hacer memoria, como los espacios virtuales y los nuevos formatos de
transmisión que está empleando la llamada “segunda generación”. En
cuanto a su estudio, la multidisciplinariedad de los aportes permite
cartografiar desde distintas miradas un conjunto de inquietudes que
van desde la migración de conceptos, como por ejemplo la
postmemoria, pasando por una reiterativa intención de visibilizar
distintos tipos de víctimas, hasta influir en el desarrollo de las
políticas educativas de la memoria. Fuera de estas motivaciones
intelectuales, políticas y sociales, también se vislumbran
inquietudes de tipo emocional, que surgen de la vital necesidad de
tratar las propias memorias personales.