Leandro Rodríguez Medina (2014)

Centers and Peripheries in Knowledge Production


New York and London: Routledge, 238 p.

 

Reseñado por Claudio Ramos Zincke

Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile

 

 

Este libro estudia la forma en que circula el conocimiento científico social entre países centrales y periféricos, conectando tal circulación con las trayectorias de carrera de los académicos en los países periféricos. Al debate sobre la desigualdad en la valoración de los conocimientos entre ambos tipos de países, aporta el análisis de procesos y mecanismos a través de los cuales ello ocurre. Su autor, Leandro Rodríguez, es un cientista político argentino, doctorado en ciencias políticas y sociales en la Universidad de Cambridge, actualmente radicado en México. La investigación empírica en que se basa la obra está referida a la ciencia política en Argentina, empleando una metodología que incluye 63 entrevistas a cientistas políticos del país, observación etnográfica y análisis de documentos.

 

Un significativo aporte del libro es la construcción conceptual teórica que despliega. De manera central recurre a la teoría del actor-red y a la teoría de los campos científicos de Bourdieu. A su vez, contribuye a operacionalizar algunos de los planteamientos del enfoque poscolonial sobre la dependencia cognitiva. Por la riqueza de su construcción teórica, que integra perspectivas diversas, interesará a un público de orientación más académica; sus descripciones y análisis del campo científico social argentino, por su parte, aun no siendo necesariamente generalizables, lo hacen recomendable para quien se interese en conocer cómo opera la ciencia social en países periféricos.

 

El libro muestra un cuadro del campo de la ciencia política en Argentina que contrasta fuertemente con sus homólogos en países centrales: el aislamiento de los académicos y grupos de investigación; la inexistencia de mecanismos tales como revistas suficientemente legitimadas que sirvan para la conexión y regulación del campo; los procedimientos informales de incorporación y avance en la carrera académica; el predominio de relaciones y criterios personalistas; la baja especialización; la alta precariedad de recursos académicos; las malas condiciones salariales que obligan al pluriempleo y llevan a muchos a abandonar la academia en busca de oportunidades laborales menos inciertas.

 

En este campo con tales características, las ideas foráneas, y especialmente los contenidos y cursos teóricos, adquieren un valor especial. Los académicos, para lograr distinguirse y ser valorados se “asocian” con ideas y autores extranjeros que son reconocidos internacionalmente. Detrás de la llegada a la periferia de ideas foráneas, transportadas fundamentalmente en libros y artículos, existen redes poderosas. Asociados a cada obra y autor hay grandes universidades, bien financiados centros de investigación, enormes bibliotecas, grupos de académicos influyentes y editoriales. Un particular libro viene, así, impulsado por la fuerza de toda esa red. En el país periférico lo adoptan profesores ya en posiciones destacadas dentro del campo y “enrolan” esa obra al servicio de su trabajo académico, convirtiéndolo en un aliado que le suma prestigio a sus cursos y a ellos mismos.

 

En esto juega un rol destacado el sistema de cátedras de las universidades argentinas, el cual se organiza en torno a influyentes profesores titulares, a los cuales se subordina una red de profesores auxiliares y ayudantes, que debe atender a sus criterios y decisiones. Sus selecciones, como enfatiza Rodríguez, están guiadas por las estrategias personales de posicionamiento en el campo para acceder a posiciones dominantes. Estas estrategias, al ser generalizadas, refuerzan y multiplican la presencia de autores teóricos de países centrales y excluyen o dejan en lugares secundarios a los autores e ideas locales, los que quedan de esa forma en gran medida no reconocidos e invisibles, relegados a temas específicos que no son vistos como nucleares. Se produce una percepción y valoración desigual entre los conocimientos provenientes de los países centrales y los producidos localmente, atribuyéndoles mayor valor y generalidad a las obras extranjeras.

 

Esos textos, autores e ideas de países centrales, prioritariamente teóricos, no son, sin embargo, recibidos pasivamente sino que son materia de análisis y debate en Argentina. Toma lugar allí una apropiación crítica y una aplicación creativa a la contingencia local. Ahora bien, esto ocurre en una forma peculiar: (1) es un diálogo con los textos que se realiza en clases universitarias, grupos de lectura, congresos, cafés, pero que es primordialmente en formato oral y escasamente se expresa en publicaciones, dada la debilidad del sistema local de publicaciones y los bajos incentivos a publicar; (2) este debate que toma lugar en el campo periférico no llega de vuelta a los países centrales, por la muy baja presencia e impacto internacional de los cientistas políticos locales, quienes no encuentran incentivos ni apoyos para publicar en revistas reconocidas en dichos países. Rodríguez llama a este proceso “traducción asimétrica”, con lo cual quiere enfatizar que el centro productor no incorpora esas críticas y nuevos elementos generados en la periferia; más aún, ni siquiera los recibe ni le interesan.

 

Algunas limitaciones de la investigación requieren ser consideradas. Si bien la trayectoria de los académicos está bien precisada, la circulación de conocimientos es abordada de manera menos sistemática y básicamente a través de las apreciaciones de los actores del campo. No se hace un seguimiento riguroso de conocimientos, autores o ideas, salvo a través de algunos ejemplos, de valor más bien ilustrativo. Asimismo, la descripción general del campo tiene cierta ambigüedad. Los entrevistados hablan de diferentes períodos, entre la década de 1960 y la del 2000, y Rodríguez construye con eso su tipificación del campo, como si éste se mantuviera fundamentalmente similar a través de ese recorrido temporal. Sin embargo, por ejemplo, la ausencia de doctorados de los años 1970 no se mantiene en los 2000; y el propio libro muestra cómo, desde 2008, hay un marcado incremento de las publicaciones internacionales ISI, triplicando las cifras de los años previos. Queda entonces la duda de cuál es el estado actual del campo, cuál ha sido su dinámica de cambio y cuáles sus tendencias. La caracterización que hace el autor mezclando elementos de diferentes períodos construye un tipo compuesto, mostrado estáticamente, que puede ser engañoso.

 

Los conceptos que el texto propone son sugerentes aunque algunos requerirían mayor discusión. Tipifica, por ejemplo, al campo de la ciencia política en Argentina como “campo en red” en contraste a los campos de los países centrales que serían “campos institucionalizados”. Si bien en enfoques de la sociología organizacional se ha hecho usual contraponer las organizaciones formales coordinadas jerárquicamente con las redes, en cuya coordinación la confianza es central, Rodríguez, como seguidor del enfoque del actor-red, sabe bien que en ambos campos las redes son fundamentales. ¿Por qué llamar entonces a uno de ellos “campo en red”? Por otra parte, también se podría decir que ambos son campos institucionalizados. La diferencia está en que en el país central tal institucionalización sigue líneas de racionalización burocrática, con formas de regulación impersonal y formalizada, orientadas a los fines de selección y acumulación del conocimiento mejor validado, mientras en el otro caso lo que se institucionaliza es un sistema neopatrimonial, con un sistema de padrinazgos académicos y vínculos personalistas. Entonces, más que instituciones vs. redes, se trataría de dos tipos de institucionalización y de dos tipos de redes.

 

Estas limitaciones, en todo caso, no afectan la riqueza de los análisis y descripciones que presenta el libro. Esta obra es un gran aporte a la comprensión de la circulación internacional de conocimientos y de cómo, desde los países periféricos, se ratifica una valoración desigual de los conocimientos de países centrales y periféricos, que opera en desmedro de los segundos.